Compromiso social y arte de Lucrecia Forsyth

Grego Pineda
Washington Hispanic

Cuando ejercí de Embajador en el Perú, me informé de proyectos y de personas talentosas que preferían un perfil discreto y sin luces mediáticas. Hoy, atenazados por la incertidumbre y obligados a ocultar nuestra sonrisa en profilácticas máscaras, es necesario tender puentes para contarnos sobre vidas que se proyectan más allá de sí mismas y que su ejemplo augura un mejor mañana. En esta labor he pedido ayuda a Lucrecia Forsyth, quien lleva una vida de compromiso social y ambiental y se esmera en fomentar la honestidad y solidaridad. Destaco su compromiso ecológico el cual debería ser replicado por todo ser humano consciente de la finitud del mundo.

 

Lucrecia Forsyth vivió, estudió y forjó su cosmovisión entre Perú, Inglaterra, Estados Unidos, Francia y Suiza. Es licenciada y colegiada en Psicología; y vive comprometida con el medio ambiente, con la protección de los derechos de los animales y con la practica de reciclar para crear. “Me preocupa el planeta, la contaminación y la basura y me aflige el abuso contra los animales” me dice apesadumbrada, pero al instante cambia esa expresión y con lumínica sonrisa: “me gusta que las cosas se sigan usando en una nueva forma, en casi todo hay un costo hundido al cual darle un nuevo valor…Por eso soy voluntaria recicladora de plásticos en la ONG ‘Ayudando Abrigando’, y en realidad soy una recicladora total, hago compost, ropa, muebles, enseres que luego, una vez transformado en un bien útil y bonito, se le busca dueño, reciclo papel, vidrio…todo hasta donde se pueda”. Reflexiona: “Últimamente me pregunto, ¿Qué pasaría si el virus no se va hasta que el planeta esté limpio y en equilibrio?”.

 

Forsyth me muestra sus propuestas estéticas. Son obras de arte, de productos reciclados, me intrigan; aunque debo confesar que me fascinan porque veo en ellas no las botellas plásticas que atrofiarían el caudal de un impotente río, sino una ingeniosa obra escultural única, estéticamente hablando. Son su manera de viabilizar su vocación artística, sus ansiedades vivenciales y sus angustias existenciales, pero también, ni que dudarlo, su alegría de vivir, su entusiasmo por crear y recrear. Con desenfado precisa: “Me gusta estar alegre y que la gente se alegre con lo que hay”. Ella, creo, ha resuelto la interrogante de Shakespeare de ‘Ser o no Ser’. Ella es.

 

Recorro su variada producción y percibo pinturas, collages, bancos revestidos de billetes los cuales han sido manipulados para insertar en ellos el rostro de una persona y la artista me explica: “¿Sabes qué es estar ‘Chihuan’?, de hecho, ahora podemos decir que el virus ha dejado ‘Chihuan’ a medio planeta”. Y supe que una congresista peruana dijo que su salario era insuficiente para ella. Pretendía enviar el mensaje de ser pobre y que su estipendio, el cual era fabuloso -en comparación con el pueblo- no le alcanzaba para vivir. Y por supuesto, el pueblo además de indignarse, también se puso a reír ¿de burla o vergüenza? Y fue tendencia con muchos memes, incluso hasta se acuñó la frase ‘estar Chihuan’ que significa ‘estar pobre’. La frase quedó en el imaginario peruano. Y hasta en eso nuestra artista hizo su propia protesta estética y ética. Para mí, dijo Lucrecia con ironía, estar Chihuan es este banquito, mientras me lo mostraba, es mi crítica social y política”. El reciclado banquito como metáfora burlesca de los Bancos y la congresista.

 

La profundidad reflexiva de Lucrecia llega hasta Sócrates, y a mi pregunta de por qué le gusta éste, responde: “Me gusta porque dijo que no sabía nada y yo estoy en las mismas. Porque cuando se pone uno a reflexionar, y escuchas lo que dicen unos y dicen otros al final es difícil llegar a la verdad”. Quisiera describir su variada muestra artística y explicar los tonos y perspectivas de cada una, pero el espacio no da para tanto, sin embargo, fue una experiencia alucinante, ver el arte en su máxima expresión hecha desde el desperdicio urbano. Es, para mí, reciclar la esperanza de un nuevo amanecer. Y finalmente, cuando le pregunté a Lucrecia si se definía como psicóloga, empresaria, artista, activista, me respondió, como diría Cantinflas: “ni uno, ni lo otro, sino todo lo contrario”. ¡Muchas gracias Lucrecia Forsyth!

 

 

* Magister en Literatura Hispanoamericana, exembajador y columnista radicado en Washington DC.